Michelena
Este proyecto se inició cuando la empresa FEMSA, una de las principales empresas embotelladoras y cerveceras de América Latina, invitó al despacho a realizar una auditoría del espacio existente en sus oficinas ubicadas en el centro de Monterrey, zona muy conflictiva con diversos usos del suelo.
Esta auditoría consistió en un análisis espacial cualitativo y cuantitativo para determinar si la capacidad del área total que tenían era adecuada o si se necesitaba más espacio para su posterior crecimiento.
El resultado final fué un plan regulador del uso del suelo, documento que servira de guia para un crecimiento organizado con una visión directriz, así como para prevenir las inversiones en infraestructuras clave y asesoría en las fases a alcanzar sucesivamente.
Una de las estrategias preliminares que se elaboraron, fue la adquisición de un terreno cercano en el lado oeste del complejo, con una gran extensión y un edificio abandonado de cuatro pisos. En un primer momento se gestionó la compra del edificio para aliviar la falta de estacionamientos e incrementar el área de sus instalaciones.
En este terreno, se ubica un edificio de mediados del siglo XX que se pretendia sirvierá de sede de una antigua fábrica de harina que nunca entró en funcionamiento.
El interior de este edificio es principalmente de concreto aparente, con una cuadricula estructural de columnas bastante denso, que complicó mucho aprovechar la mayor parte del espacio existente. En el exterior, cuenta con una fachada de ladrillo rojo similar a la mayoría de los edificios industriales de la época. El emplazamiento de la obra está en el lado sur del terreno, a casi 5 metros de una vía de tren, por lo que esta característica contextual particular, representaba uno de los principales problemas a resolver: la insonorización del edificio y evitar los ruidos y las vibraciones derivadas de tren para proteger el interior.
Al acercarse al rediseño del edificio, era necesario tener un conocimiento preciso de los niveles de impacto sonoro causados por la cercanía del tren hacia el interior, suponiendo que estuviera cerrado y habitado. A fin de garantizar la capacidad del edificio para ser insonoro, se realizaron pruebas acústicas en diferentes horas durante el día, teniendo en cuenta diversas opciones para las soluciones de fachadas suspendidas.
Una solución final consistió en colocar una piel de vidrio suspendida a 80 cms de la fachada original y ventanas dobles con lana mineral en los marcos para regular la acústica lo más que fuera posible.
Por último, en este proyecto se logró hacer una solución conjunta sobre la acústica técnica y situaciones térmicas, con un diseño arquitectónico que reanimó el espíritu y la cara original del edificio.
El interior se trabajó de la misma manera en la que se configuró el exterior, haciendo reglas y respetando el plan y la imagen industrial que la estructura transmitía. Por lo tanto, se propusieron algunos elementos divisorios cubiertos de madera color neutro para que no contrastaran con la estructura original de concreto aparente. Las necesidades agregadas al programa son: una escalera de emergencia en el este y un salón de servicios al oeste con baños para hombres y mujeres, ascensores, almacenes, sala de máquinas y una escalera de emergencia.
El sistema de instalación en general se guió con cuidado para no comprometer la estética visual.