La identidad urbana de Villahermosa ha sido históricamente forjada a través de su relación con el río Grijalva, cuya presencia ha sido clave para el desarrollo sociocultural y económico de la ciudad, sin embargo con el paso del tiempo, esta conexión se ha visto fracturada, especialmente tras la construcción de un muro de contención en los bordes del río, tras una inundación que obligó a la implementación de esta solución funcional, si bien la estructura fue una respuesta necesaria a la problemática, terminó aislando a los habitantes del entorno natural que históricamente había sido su medio de vida y referencia cultural.
La intervención del Malecón de Villahermosa buscó restablecer esta relación perdida, mediante una propuesta integral que no solo revitalizó la zona ribereña, sino que también fomentó la integración de una ciudad dividida: el centro histórico de un lado y el Barrio Gaviotas, de carácter popular, al otro.
Este proyecto arquitectónico y urbanístico, que se extendió a lo largo de 6 kilómetros lineales a ambos lados del río, se desarrolló bajo un plan maestro impulsado por el gobierno nacional, su objetivo fue reconectar a los habitantes con el río, mientras se fortalecían los lazos sociales entre las diferentes zonas urbanas, generando una dignificación del espacio público.
El diseño del Malecón incorpora un andador peatonal que ofrece vistas panorámicas al río, convirtiéndose en un paseo privilegiado tanto para los habitantes locales como para los turistas, además el proyecto contempla una serie de áreas recreativas y deportivas, como campos de béisbol, canchas de baloncesto y fútbol, un skatepark y amplias zonas de juegos infantiles, tres edificios destinados a restaurantes y kioscos complementan la oferta de servicios, integrándose armónicamente con el paisaje natural, mientras que contribuyen al desarrollo económico mediante la generación de empleos y atracción del turismo local, nacional e internacional.
Una de las características más destacadas de esta intervención es la inclusión de una ciclovía a lo largo de todo el recorrido, promoviendo la movilidad no motorizada y fortaleciendo la conectividad urbana, asimismo se llevaron a cabo mejoras en la infraestructura urbana, como la renovación de banquetas, la creación de cruces peatonales seguros, rampas de acceso y elementos accesibles para personas con discapacidad audiovisual, contribuyendo a una ciudad más inclusiva.
En cuanto al tratamiento del espacio verde, el proyecto se enfocó en la rehabilitación de la vegetación nativa de bajo mantenimiento, tanto en las calles como en las riberas del río. Este trabajo incluyó el rescate de más de 125,000 m2 en la ribera, que fue reforestada con especies autóctonas, estas áreas fueron pensadas para ser espacios flexibles, capaces de inundarse en la temporada de lluvias y resurgir posteriormente para el disfrute de los habitantes, creando un vínculo dinámico entre los ciudadanos y el río. Además, la vegetación contribuye a la regulación térmica y a la entrada de materia orgánica al río, fortaleciendo el equilibrio ecológico del entorno.
El proyecto del Malecón de Villahermosa ha logrado no solo recuperar la conexión perdida con la naturaleza, sino también generar una arquitectura que resiste el paso del tiempo, su diseño no solo responde a necesidades funcionales y estéticas, sino que también se alinea con la lógica cultural y humana de quienes habitan la ciudad, la intervención ha logrado una arquitectura sensible, elegante y contemporánea, que subraya la importancia de la relación entre la naturaleza y la ciudad.