El portal y el espacio que hoy ocupa el Teatro Mariano Matamoros fueron de los primeros lugares construidos en la ciudad a raíz de su fundación. Desde fines del siglo XVI y hasta la guerra insurgente en el Siglo XIX, la casa perteneció a miembros del cabildo eclesiástico y del ayuntamiento. Las monjas catarinas fueron de sus primeras habitantes a su llegada a Valladolid en 1595.
El espacio sufrió diversas modificaciones durante la época virreinal tanto en su diseño, los materiales de construcción como en sus dimensiones. Uno de sus últimos propietarios, Manuel de Michelena modificó de manera sustancial su apariencia, cambiando los materiales de adobe por cantera, pero siempre manteniendo el local comercial en su planta baja.
Desde el siglo XVII, el portal del Santo Ecce Homo fue el espacio comercial para el gremio de zapateros de la ciudad: en los días de mercado, los comerciantes extendían sobre esteras los calzados para niños y adultos. La tradición de venta de calzado se mantuvo hasta las primeras décadas del siglo pasado, junto con el negocio de venta de libros.
Hasta el año de 1950, la casa siempre fue hogar de las familias más importantes de la ciudad y entre sus anécdotas principales está la recepción con gran baile y cena que en ella hicieron a su Majestad Maximiliano I, Emperador de México, en su visita a Morelia en octubre de 1864. La casa fue embellecida con el mayor esmero y fantasía; cuentan que los pisos fueron cubiertos de lentejuela que brillaba con la luz de los numerosos candiles.
Pero esa no fue la única ni la última vez que la casa abrió sus puertas a la cultura y reunión: durante el Virreinato las principales familias gustaban de organizar tertulias, representaciones de teatro y bailes en el interior de las amplias casas para el goce privado. Durante el Porfiriato, la vida cultural se intensificó entre las élites morelianas y las reuniones para escuchar la música de piano, los violines, la poesía y después el fonógrafo fueron actividades frecuentes en estas amplias casas.
La última familia que habitó la casa fue la que formó Juan Macouzet y Concepción del Moral, él era hijo del primer francés avecindado en la ciudad que con el tiempo se convirtió en unos de los médicos más prestigiosos. Ella pertenecía a una familia que hundía sus raíces en la ciudad en un lejano siglo XVII. Al morir, sus herederos vendieron la propiedad a los constructores de uno de los mejores cines del país en aquella época, el Cine Colonial, inaugurado el 14 de febrero de 1954. Casi medio siglo de vida tuvo este cine en la ciudad hasta que, junto con el siglo cerró sus puertas para siempre.